El concepto de verdad absoluta ha
evolucionado a lo largo de la historia, manteniendo unos rasgos comunes,
habiendo tres grandes periodos: antigüedad, primeras fases de la
modernidad hasta la ilustración, y últimas fases de la modernidad a partir de
la ilustración a la que algunos autores denominan alta modernidad o modernidad
tardía, modernidad líquida, mientras otros autores desde finales de la segunda postguerra mundial la denominan
postmodernidad.
En la anitigüedad clásica el paradigma
de verdad absoluta es asentado por Platón, y uno de sus principales concreciones
en la ciencia es la geometría de Euclides. La verdad absoluta es aquella verdad
universal sin excepción y en donde coinciden lo verdadero, lo bueno, y lo
bello. Prueba de ello la geometría lineal euclideana, en la primera
modernidad será propuesta como modelo de geometría racional. Desde este
planteamiento la verdad absoluta es cognoscible a través de la dialéctica, siendo la geometría, por extensión las matemáticas, la propedéutica para su conocimiento.
En las primeras fases de la modernidad,
hasta la ilustración, la verdad absoluta es un concepto ligado a la idea de
Dios, en donde la mayor verdad absoluta es que “Dios existe” y
por su sola existencia todo es explicable o comprensible, desde la génesis del
universo al origen de la vida, y todos los fenómenos que nos ocurren y de los
que aun no hemos obtenido explicación lógica. Bajo esta premisa
cualquier posibilidad de conocimiento de la verdad absoluta sería religioso y metafísico.
La verdad absoluta de hecho no es sólo
de naturaleza explicativa o comprensiva, es además de naturaleza ética y
estética, aunque desde una noción no carente de estoicismo, en donde el dominio
de las pasiones y el apetito se constituye como base de toda la doctrina moral
asentada sobre una determinada concepción religiosa de la verdad pura. Lo puro
se identifica a lo virginal y a lo santo, en oposición al placer sensorial, el
sacrilegio y lo herético.
Una identidad religiosa entre verdad y
ética, aunque bajo el influjo estoico en la religiosidad moderna,donde hay una reminiscencia del
idealismo de Platón, en cuanto se produce una triple identidad entre:
conocimiento, ética, y estética; en donde de la triple identidad entre: verdad,
bondad, y belleza. Una triple cualidad que en la primera modernidad es
encarnada en la idea de Dios, y a medida que el proyecto ilustrado progresa, la
secularización de la idea de Dios en la idea de la razón, en donde la razón
asume el rol tradicional de Dios en la filosofía y la ciencia, siendo a partir
del proceso de secularización todo explicado y comprendido por la sola fuerza
de la razón, que se muestra autosuficiente y sin excepción posible para el conocimiento
de todo lo que sucede, su máxima sería el “cogito ergo sun” cartesiano, que se
transforma en primera verdad absoluta de la cual emanan las demás, sean verdades metafísicas incluida la idea de Dios, o científicas obtenidas a través del la aplicación del método científico basado en la duda racional.
La verdad absoluta que a principios de
la modernidad emana de la idea de Dios a partir de la Ilustración emana de la razón,
de modo que la verdad absoluta sólo puede ser racional, lo que lleva a un
paradigma de conocimiento donde el verdadero conocimiento es el conocimiento
científico, dejando a un segundo plano cualquier otro tipo de conocimiento no
científico, incluido el metafísico, si bien, la metafísica permanecerá dentro
de la filosofía europea hasta nuestros días, aunque sin la relevancia de épocas
anteriores, prueba de ello Heidegger y Adorno.
En el momento que el racionalismo hace
acto de aparición hay una evolución en la posibilidad de conocimiento de la
verdad absoluta que no depende tanto de la metafísica o la teología, sino de la
ciencia que lentamente sustituye a la metafísica y la teología en la explicación del mundo.
Simultáneamente en oposición al racionalismo surgirán nuevas corrientes
filosóficas, que cuestionan la naturaleza absoluta de la
verdad. Uno de sus filósofos Hume, por cuanto lo único que conocemos
son fenómenos cuya atribución causal es producto de la
costumbre o el consenso social, lo que da lugar al esceptismo empírico.
De todos modos la nueva verdad absoluta,
la razón de la Ilustración, es una verdad pura en elementos coincidentes con la
verdad tradicional de la primera modernidad, por cuanto si para la primera
modernidad la verdad pura implicaba una noción de verdad primigenia asentada
sobre unas nociones de virginidad y santidad, que no es otra cosa que la
reminiscencia estoica del dominio del apetito y las pasiones, a su vez reinterpretación
latina de la ética platónica basada en el dominio del alma irascible, el modo
en que este influjo estoico permanece en el discurso racionalista de la verdad
pura de la Ilustración, es en el modo en que la ética que emana de la verdad
racional implica un modelo antropológico en donde el ser racional es aquel que
en el conocimiento de la verdad pura logra el dominio de sus emociones.
La verdad pura del conocimiento
racional es aquel modelo de conocimiento no afectado por las emociones, dentro
de las cuales se incluye la superación del miedo y la superstición, en tanto el
conocimiento de la verdad pura, el conocimiento racional, es un acto de
liberación de cualquier tipo de esclavitud intelectual o moral.
En el discurso de la razón pura de la
Ilustración se perciben elementos propios de la moral pietista y jansenista, la
verdad por la verdad, el bien por el bien, lo justo por lo justo, sin esperar recompensa
material o espiritual. El acto moralmente puro es la identidad plena entre el
ser y el deber ser sólo por el mero cumplimiento del deber, sin gratificación
ninguna, el primer imperativo categórico kantiano. La verdad pura es aquella verdad
en donde no media interés, el valor del conocimiento por el conocimiento mismo.
En el proceso de secularización de la
idea de Dios en la idea de razón jugarán una serie de desarrollos filosóficos y
descubrimientos científicos. A nivel filosófico la irrupción de una corriente
de pensamiento empirista, Roger Bacon y Francis Bacon, y el racionalismo
cartesiano, y a nivel de hallazgos científicos los descubrimientos de
Copérnico, Galileo, Newton, en donde sólo por medio del razonamiento lógico
matemático son explicables los fenómenos que nos rodean, dando lugar a un
método científico que se constituye sobre la base de que el razonamiento
lógico-matemático lo explica todo. Presupuesto paradigmático que ya de entrada
implica un paradigma de razón, el modelo paradigmático de razón es la razón lógico
matemática, lo que entraña a priori un concepto de razón pura.
La verdad pura es aquella verdad
absoluta, sin excepción y capaz de explicar todo, y que sin afectación emocional
ni ideológica, sólo por medio de algoritmos lógico matemáticos, es capaz de explicar
absolutamente todo lo que ocurre, y obrar en consecuencia, sin que medie ningún
interés impuro, es decir, sin que medie ningún otro interés salvo el amor a la
verdad y al conocimiento en sí, la recuperación de un sentido trascendente del
concepto de filosofía. En este sentido se produce una nueva triple identidad entre
verdad absoluta, verdad pura y verdad racional. La razón en sí, la razón lógico
matemática, alcanza un valor de pureza absoluta.
Sin embargo el elevado nivel de
exigencia que implica el concepto de verdad absoluta bajo este paradigma
entrañará una serie de dilemas, el primero y más importante de ellos es si una
naturaleza limitada como es la humana está preparada para el conocimiento pleno
de la verdad absoluta, aunque disponga de razón. En este sentido habrá dos
corrientes, aquellos más cercanos a lo que posteriormente será el positivismo
que estén dispuestos a admitir la posibilidad de conocimiento de la verdad absoluta
sólo por el mero acto de la razón, y aquellos que se mantengan dentro de la
tradición del racionalismo crítico kantiano que si bien aspiren al conocimiento
absoluto de todo reconocen las limitaciones humanas para tal cometido, de modo
que si acaso a lo sumo podemos alcanzar un conocimiento lo más verdadero
posible , pero en modo alguno el pleno conocimiento de la
esencia de las cosas, el noumeno.
Es en esta naturaleza limitada de la condición humana que se percibe en Kant donde se observan elementos coincidentes con el la duda y el escepticismo de Descartes y Hume. El conocimiento es producto de la duda y el escepticismo, un conocimiento de esta naturaleza difícilmente puede lograr la categoría de absoluto.
Es en esta naturaleza limitada de la condición humana que se percibe en Kant donde se observan elementos coincidentes con el la duda y el escepticismo de Descartes y Hume. El conocimiento es producto de la duda y el escepticismo, un conocimiento de esta naturaleza difícilmente puede lograr la categoría de absoluto.
En cualquier caso, independientemente
de que la verdad absoluta sea o no cognoscible, la figura de Dios en la
filosofía y la ciencia será desplazada por la razón, que ahora ocupará un
espacio central en el conocimiento de los fenómenos y las ideas.
Una de las consecuencias del
desplazamiento de Dios en el proceso de secularización, es la
aparición de nuevos esquemas filosóficos y descubrimientos científicos que
pondrán en tela de juicio los valores tradicionales. Desde la filosofía atea de
Marxs ( “la religión es el opio del pueblo”) y Nietszche (“Dios ha muerto”), la
relatividad de Einstein, la incertidumbre de Heisenberg, el teorema de Gödel, y
la crisis de los grandes metarrelatos del siglo XX, que van desde la crisis del
positivismo lógico a mediados del siglo XX, a la crisis del materialismo moderno y su consecuencia lógica, el
hundimiento del socialismo a finales del siglo XX.
La evolución de la filosofía a partir
de Marxs y Nietszche, y la evolución de la ciencia a partir de Einstein,
Heisenberg, Gödel, creará espacios de disenso sobre la naturaleza absoluta de
la verdad, en tanto se descubren grietas en la concepción tradicional de verdad
absoluta, en donde se da cabida al ateísmo, al relativismo, la incertidumbre,
la incoherencia o inconsistencia de las matemáticas, y se inicia un periodo de
cuestionamiento radical de la idea tradicional de verdad absoluta. En el
escenario de crisis de las creencias tradicionales y crisis paradigmática, se
produce la crisis de los metarrelatos del siglo XX, la crisis del
positivismo y el materialismo moderno.
Uno de los rasgos de la verdad
absoluta es que es de naturaleza pura, es decir, una verdad no afectada por
variables emocionales o ideológicas. Ya un primer ataque a esta concepción es
asentado por el marxismo que reivindica el carácter ideológico de la verdad, en
tanto no existe la verdad pura de por sí, lo que existen son esquemas de
pensamiento que obedecen a intereses en lucha de clases. Y de
otro lado, un segundo golpe importante a la idea tradicional de verdad pura es
el nihilismo de Nietszche, por cuanto el discurso del conocimiento se hunde en una
noción estética y metafórica, en donde lo irracional, ya anunciado por Schopenhauer,
y posteriormente estudiado por Freud, cobra relevancia
en oposición al discurso racionalista de la Ilustración.
En oposición a la razón pura, profundamente bañada de un carácter lógico matemático, que impulsa la Ilustración, a partir de Marxs y Nietzsche se
postulan nuevos modelos de verdad científica sujetos a variables
ideológicas o irracionales, en donde el conocimiento puro paradigma
de la Ilustración se transforma en un conocimiento cuyo objeto es de naturaleza
política o irascible, y en todo caso, es un conocimiento relativo a un investigador que es a su vez un sujeto
político y un sujeto emocional. En lugar del control de las emociones ahora las
emociones se integran dentro del objeto de estudio, ya bien estudiando las
emociones y desarrollando la inteligencia emocional, o bien comprendiendo la
naturaleza emocional del conocimiento científico, el cual a su vez además de
emocional es un conocimiento político y desde unos intereses políticos,
marcados por la política científica.
Frente al ideal de verdad pura que en
la antigüedad clásica descansa en la filosofía de Platón y la geometría
euclidiana, en la modernidad en la filosofía racionalista y la física de Newton,
a partir de la modernidad tardía o modernidad líquida, también llamada
postmodernidad, la verdad pura se ha disuelto en un modelo de
conocimiento postmoderno no exclusivamente científico que integra
variables ideológicas e irracionales, Marx y Nietszche, además de elementos de la filosofía pragmática estadounidense, y el paradigma neoliberal de la globalización en donde juega especial relevancia la figura de Popper.
Es en las corrientes
que aparecen a posteriori de la crisis del positivismo a mediados siglo XX,
coincidiendo con la crisis de los metarrelatos, cuando aparecen nuevas escuelas
neopositivistas, Ayer, orientadas al análisis del lenguaje, o racionalistas entre las que destaca La lógica del descubrimiento científico de Popper en el cual se
postula que ante la imposibilidad de encontrar un criterio de verificación
empírica de validez universal, otra opción es el falsacionismo, estableciéndose
desde entonces los modelos de contraste de hipótesis nula dentro de los
paradigmas cuantitativos en investigación.
En el escenario de crisis de los
metarrelatos y crisis paradigmática del positivismo y el materialismo moderno en
el siglo XX se ha producido una reconstitución de los paradigmas racionalistas,
positivistas, y materialistas, dentro de los cuales se ubicaría la teoría de
Probabilidad Imposible, en donde de una parte en la teoría de Probabilidad
Imposible reconoce la existencia de una verdad pura, aunque de carácter incognoscible,
motivo por el cual a lo sumo se da un progreso en tendencia a la verdad pura,
si bien nunca sabremos realmente cual es.
Progreso que sólo es posible a través
de un modelo de razón que implique un ideal de razón pura, lógico matemática. De
modo que a través de la investigación pura, especialmente orientada al
desarrollo del pensamiento analítico (lógico matemático), y la investigación
aplicada para el desarrollo del pensamiento sintético (análisis de datos), sea posible la mayor aproximación
posible a la verdad incognoscible a través de verdades provisionales. Aunque detrás
del progreso siempre habrá margen de nihilismo lógico, un margen de duda y escepticismo
sobre los límites de la condición humana.
Rubén García Pedraza, 7 de Mayo 2016, Madrid
Revisado 26 Julio 2019, Madrid
Rubén García Pedraza, 7 de Mayo 2016, Madrid
Revisado 26 Julio 2019, Madrid