Dado un conjunto N tendente a infinito es inevitable que absolutamente todo suceda, siempre que se disponga de tiempo suficiente o infinito , y he ahí donde está el verdadero problema irresoluble o quid de la cuestión de la existencia ¿quién nos garantiza que dispongamos del tiempo necesario para que ocurra lo que debe o deseamos que suceda?


domingo, 24 de febrero de 2013

Los ideales de la ciencia

Al igual que toda acción humana la ciencia, y particularmente más que cualquier otra, es teleológica, y no en el sentido clásico o metafísico de fin último o destino inexorable del individuo o la especie, normalmente vinculado a un plan maestro prediseñado desde un primer motor o causa original. En tanto que fuera de sí la realidad es una serie variable y aleatoria de sucesos, la verdadera variable independiente queda constituida en sí misma en la voluntad o razón política de la política científica,  que pone en práctica e implementa sus ideales, a su vez compendiados en la ideología política que rige la política ideológica , aquel ente o constructo social, a su vez producto de la propia evolución accidental humana, por el cual un cierto tipo de homínido llega a ser consciente de sí, luego actor político en la organización de sus relaciones sociales a fin de asegurar la supervivencia individual y de la especie.
En Introducción a la Probabilidad Imposible se ofrece una lectura de la estadística y la probabilidad profundamente moral y ética, de lo que debería ser una ciencia verdaderamente moral, en la producción de las herramientas necesarias que garanticen la supervivencia de toda forma de vida y muy especialmente  en el ámbito del uso práctico, que no instrumental, de la razón pura, el conocimiento, que aseguren la supervivencia de la vida humana. De esta forma en Probabilidad Imposible se supera la clásica perspectiva del positivismo neutro y frío ante las cuestiones profundamente humanas, para ofrecer una explicación comprometida ante los grandes dilemas de nuestro tiempo, tal como se puede leer en los apartados 23 y 24.
La única forma moral de preservar la vida es haciendo de la ciencia una ciencia moral o fiable, aumentando la fiabilidad de las ideas o proposiciones científicas al máximo posible,  y reduciendo el error al mínimo necesario. Sólo una ciencia lo más fiable posible garantizará la vida de la forma más fiable, lo cual implica  la exigencia moral de alcanzar un determinado margen de verdad moral  en las afirmaciones o hipótesis científicas, que deben tender a ser lo más objetivas e isomorfas posibles, si pretenden ajustarse en el mayor grado posible a la realidad, lo que verdaderamente sucede. Una ciencia moral es aquella que tiende al menor margen de error en la contradicción entre el verdadero comportamiento moral del universo, lo que realmente ocurre, y la verdad política de la ciencia, lo que para la política científica le interesa. En el apartado 2.2. de Introducción a la Probabilidad Imposible, y en general en toda la obra se hace siempre especial mención a la función ética de la política científica en su responsabilidad moral de ser lo más isomorfa posible, siempre que sea una ciencia verdaderamente moral.
El ser humano en tanto que animal político producto de su conciencia, desde el mismo momento en que la génesis de la razón da paso al uso instrumental, en primer lugar del lenguaje,  da forma y evoluciona a una suerte de ideas que pretende ser nominalmente la representación de la cosa que la palabra bajo la cual la idea cobra forma designa.
Las ideas son una representación mental electroquímica que por definición tienen por objeto la representación mental de lo que ocurre o las relaciones entre sucesos, en función sean ideas sintéticas o analíticas, pero sean ideas sobre sucesos o relaciones, en cualquier caso deben siempre ajustarse todo lo que puedan, reduciendo el margen de error al mínimo a lo que ocurre, ya sea un suceso o una determinada forma de relación.
El proceso de designación es un proceso de representación simbólica en donde la idea representada en la palabra pretende ser la expresión simbólica de la cosa real, algo que queda bien reflejado al final del apartado 2 de Introducción a la Probabilidad Imposible, siendo en sí la idea una combinación electroquímica de carácter neuronal, tal como se deja bien claro desde el apartado 1, sobre la cual posteriormente el ser humano es capaz de articular un discurso, que en su grado de pretensión objetiva quiere elevar al nivel o categoría de científica.
Llegados al momento en que la idea científica se quiere validar suficientemente racional para ser la explicación o comprensión racional de un fenómeno o hecho positivo la crítica racional de las ideas se ofrece absolutamente necesaria, una crítica racional de las ideas, que en tanto que ideas producto de la conciencia humana se muestran necesariamente políticas, y dos visiones políticas desde postulados ideológicos diferentes, estructurados sobre ideales hasta opuestos, pueden dar explicaciones diferentes a un mismo suceso fenómeno, demostrándose la crítica racional en todo su rigor una cuestión política.
La visión de la política científica desde la estadística de la probabilidad o probabilidad estadística, Probabilidad Imposible, queda bien reflejado especialmente en el apartado 1 de introducción, apartado 2.2. en donde se aborda el origen filosófico de esta teoría, apartado 13 en donde se aborda la naturaleza aleatoria de la historia, el apartado 23 en donde se explican las consecuencias económicas y sociales de la aplicación de la probabilidad y la estadística en la automatización de sistemas, el apartado 24 en donde se explica el concepto de modelo, y el apartado 25 y último en donde se explica el concepto de hipótesis empírica.
Si Hegel afirmaba que toda filosofía es un idealismo no podemos decir menos de toda ciencia, la ciencia en sí misma en tanto que un sistema de ideas, toda ciencia es un idealismo, la diferencia entre el idealismo científico frente al idealismo filosófico, es que mientras el idealismo filosófico no necesariamente tiene que ser un idealismo positivo, material o empírico, el sistema ideal de la ciencia es una ciencia que responda objetivamente a las relaciones que estudia, en el ámbito de las ciencias analíticas, o responda objetivamente a lo que sucede en el ámbito de las ciencias sintéticas, pero en todo caso en tanto que conjunto o sistemas de ideas toda ciencia al igual que toda filosofía es un idealismo.
El idealismo científico le viene dado por su naturaleza ideal, por cuanto se estructura sobre ideas o conceptos, que a diferencia de otros sistemas conceptuales filosóficos, las científicas son ideas que para ser objetivamente científicos deben ser lo más isomorfos posibles a la realidad, razón por la cual se hace necesaria la crítica racional de las ideas, el contraste de hipótesis, a fin de estudiar si la idea científica está dentro del margen de error de la política científica, y por cuanto toda ciencia al depender de la política científica depende de los ideales de la ideología política de la política científica.
La ciencia así no es una unidad normativa, es particularmente una unidad política, en donde diferentes perspectivas políticas de un mismo fenómeno pueden ofrecer explicaciones o comprensiones diametralmente opuestas en función de sus intereses ideológicos, y en función de sus ideales.
De esta manera, en virtud de las diferencias ideológicas diferentes modelos de política científica tendrán diferentes ideales, que se observarán en los diferentes ideales de ciencia, la ciencia ideal, y los diferentes ideales de humanidad, el ideal de humanidad. En este sentido el apartado 24 resulta especialmente paradigmático al analizar diferentes modelos de política científica.
 Ahora bien, mientras diferentes modelos de política científica tendrán diferentes perspectivas sobre lo que es la ciencia ideal, aquella que avala sus propios intereses políticos, lo cierto es que no una ciencia por ser ideal para una determinada política científica debe ser por ese motivo un modelo de ciencia verdaderamente ideal, dado que, el grado de idealidad de la ciencia tendrá que venir dado por su nivel de isomorfismo.
Mientras desde los postulados relativistas de la ciencia se afirma que no existe una única verdad, lo cierto es que más allá de las múltiples concepciones, en realidad ocurren cosas, y es el estudio de las cosas que ocurren de lo que son objeto al menos las ciencias sintéticas, y el grado de objetividad de las ciencias vendrá avalado por el grado de identidad entre sus afirmaciones y lo que realmente sucede, lo cual depende del margen de error aceptado por la política científica en la razón crítica en la crítica racional de las ideas: a menor margen de error mayor isomorfismo, a mayor margen de error menos isomorfismo; además que, la propia orientación moral de la investigación dependerá de la propia orientación ideológica, si tiene por objeto o no la protección de la vida, si bien este mismo concepto de objeto moral, la defensa de la vida, a su vez puede estar lleno de matices, por cuanto pueda entrar en contradicción el derecho a la vida y la defensa de la especie, ya sea articulada en forma de  defensa de los derechos naturales o particulares de la persona o los derechos humanos o sociales, verdaderas antinomias morales cuya superación dependerá de la orientación ideológica de la política científica.
Al hablar de los ideales de la ciencia implicará hablar entonces de cuál es el ideal de ciencia o cual es el ideal de humanidad, ideales que sufrirán profundas crisis, revoluciones y transformaciones a medida que avancen las diferentes revoluciones científicas, ya sean paradigmáticas o tecnológicas, en donde desde el propio concepto de ser humano, a la propia definición de vida puede superar los límites de la ficción, en el momento que la revolución biotecnológica y artificial se transforme en revoluciones sociales, espaciales y temporales.
El concepto de ideal por tanto implica un concepto de modelo de perfección, ya sea el ideal de ciencia un modelo de perfección científica, o el ideal de humanidad un modelo de perfección humana, que en su dimensión política genera diferentes visiones políticas de la organización social humana, y por ende diferentes formas de entender las relaciones humanas, que en esencia definirán diferentes utopías, en tanto que objetivos a largo plazo o fines generales de la ciencia, que se expresarán en la praxis inmediata en los objetivos o fines particulares de las investigaciones científicas, plasmándose los ideales de la ciencia en los ideales de las investigaciones científicas, ideales particulares de las diversas investigaciones inmediatas que se traducirán en objetivos específicos, en función de ese gran objetivo general o fin último, utopía o ideal filosófico de carácter general que a largo plazo rige el plan maestro o planificación del programa de proyectos de investigaciones preseleccionadas por la política científica, de acuerdo a sus ideales.
En tanto que la realidad fuera de sí, por cuanto en sí misma nunca sabemos absolutamente qué es, y en cualquier caso de su fuera de sí sólo hacemos para sí lo que dentro del margen de error aceptamos o creemos que debe ser idealmente la realidad, si bien nunca sabemos a ciencia cierta qué es en realidad la realidad, lo que ocurre, en estadística de la probabilidad o probabilidad estadística, Probabilidad Imposible, los ideales de la ciencia se transforman a su vez en un factor variable, al ser los ideales una variable  y en función de los ideales dependerá la variabilidad o dispersión estadística.
En la medida que según los ideales de ciencia o humanidad, los principios morales de la política científica, se desarrolla la investigación científica, en función de los ideales la dispersión se transforma en una variable de los ideales, junto a la magnitud de la muestra.
Los factores de los que depende la dispersión de la muestra son: la magnitud de la muestra y los ideales de la política científica; la dispersión estadística es una variable que dependerá del margen de error de la política científica en la representación muestral, la inversión de la muestra, y de los ideales de la política científica, luego en última instancia, la dispersión estadística es una variable de la política científica por razón doble, por la aceptación que haga la política científica de la probabilidad de error de representación muestral, ya sea inversión de N o la inversión de las puntuaciones directas o frecuencias, ya sea en universos de sujetos u opciones infinitos o en universos de opciones limitadas, y por cuanto los ideales de la ciencia incidirán directamente sobre la dispersión estadística.
La forma en que los ideales de la ciencia incidirán directamente sobre la dispersión estadística se debe a que, en función de los ideales la dispersión será variable, si en un modelo de estudio el ideal es la igualdad de oportunidades, entonces la dispersión estadística tenderá a cero, o si en un modelo de estudio de toda N hay un sujeto u opción más ideal que los demás, entonces la dispersión tenderá a ser máxima, o si dada una muestra N hay un subconjunto omega de sujetos u opciones ideales la muestra tenderá a un modelo de dispersión omega.
En función del ideal particular, objetivo inmediato, de la investigación científica, si igualdad de oportunidades, máximo sesgo positivo, o más de un sujeto u opción ideal en omega, se diferenciarán los diferentes modelos de distribución estadística y objeto de estudio.
A fin que la política científica llegue a los supremos ideales de la ciencia, o al ideal de humanidad, que en su forma más radical es la utopía, ya sea antropológica o social, las nuevas definiciones sociales o artificiales de humanidad, es imprescindible que la política científica lleve a efecto sus ideales particulares u objetivos científicos inmediatos, ya sean de igualdad, máximo sesgo  o sesgo ideal , en tanto que los ideales por cuanto fines se transforman en objetivos, y en función de sus objetivos tienda a la mayor objetividad posible, objetividad de acuerdo a sus propios objetivos, que sólo serán moralmente objetivos si es una objetividad isomorfa, de lo contrario, de no haber suficiente isomorfismo ciencia y realidad, se estará gestando una nueva crisis científica, en el mismo instante que la contradicción ciencia y realidad estalle por falta de rigor moral, una crisis que, de no ser por el advenimiento del nuevo paradigma que sustituya al previo, y tienda a un mayor isomorfismo, la crisis podrá ser permanente, o cíclica, poniendo en peligro la vida, especialmente la humana, salvo que la ciencia avance a un nuevo paradigma de revolución permanente científica y potencialmente social y moral o ética.
La condición humana, la evolución del homínido, implica la necesidad de contrastar que las ideas que tiene sobre la realidad y la realidad misma son lo más isomorfas posibles, que la idea que designa el concepto de la palabra es una idea empírica suficientemente racional, la hipótesis empírica elevada a nivel de hipótesis racional, lo cual implica la necesidad del contraste de hipótesis o crítica racional de las ideas. Una crítica racional que dependerá de la política científica, en tanto que acepta los márgenes de error,  de hecho o racional, y la idea de realidad depende de los ideales de la ciencia, del ideal de ciencia y el ideal de humanidad, en función de los cuales estructura una utopía y cosmología, que necesita validar para reafirmarse en los presupuestos ideológicos de sus ideales, criticando la dispersión estadística desde los márgenes de error aceptados, hasta que el error aceptado, de hecho o racional, se vuelve inevitable, volviéndose de nuevos a los ciclos de crisis y revolución científica, que es en esencia la permanente revolución o progreso de las ideas.


Rubén García Pedraza, Madrid a 24 de febrero del 2013
 

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